Prendías fuego al momento de esquiar las orquídeas
de mi cuerpo, que era tu jardín oscuro y la selvática noche de redención.
Ríndete a esta alfombra de exequias que nos conmina
a buscar otros lugares para no perder de nuestras mentes
los nombres ocupados por nuestras manos
nuestra sangre, nuestro sudor y nuestra respiración.
Detendremos los unicornios de las canciones agridulces
humilde e inmensamente melosas;
también pararemos toda incertidumbre de lo no dicho:
estamos en la dimensión crítica,
no hay momento para morir en otros espejos paralelos.
Sólo hay tiempo para gastarlo en las células que arropa
ese mar poluto de besos
que es nuestro lecho.
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1 comentario:
tenía tantos años que un blog no me hacía revisar un diccionario =O
considérame fan =0
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