Despojo mi núcleo sin peso
de las armas fatigantes
del humano cotidiano.
La mano estirada al calce de un libro cósmico
mi ventana es una escafandra al sol de medianoche.
Tú estarás siempre piloteando la nave nodriza
no es una promesa de amor
es una realidad que llevo cargando muy adentro
como si fuera (como si supiera)
que es el último círculo postártico
visitando mis vestiduras de añil melancolía.
Un anillo para decir adiós
sin dejar de estar contigo.
Un barquito vikingo ígneo a la deriva
y mi nombre se hace fuego insondable
entre los surcos de las yemas de tus dedos.
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