Tengo un hombre atado a mis pensamientos
le llamo por sus yemas
es ángel y es soledad al mismo tiempo,
también es espía de mi cuerpo en luna llena,
como hoy
y ni siquiera me sabe cercana ni tan suya a él.
Tengo dos pisos extra para delinquir sobre este tapete
fabricar castillos de arena
-otra vez-
fugarme incierta a la primera galaxia,
Casiopea, se llamaba a mis dieciséis
Centurión de Orión, a mi cercana treintena.
Y nunca pude dejar de ser mariposa etérea
ni flor de nadie en galáctico espiral...
Tengo un nombre en el barro que me vuelve mujer y no profeta
le digo amor,
está en mis muros,
también en mis lapsos de insaciedad
estos resquicios que resbalan con la lluvia helada que es diciembre para mí.
martes, 1 de diciembre de 2009
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