miércoles, 23 de julio de 2008

A la tierra donde no hay olvido

Te amo porque de aquí soy:
con tus tolvaneras, tus rayos de dios chichimeca
tus días nublados en viernes santo
y tus lluvias de enamorados a destiempo en el mes de julio.

Si un día me pidieran que te evocara,
seguramente no diría mentiras:
su gente es cerrada, clasista y refinada
sus ecos retumban en sus cerros azules en otoño
sus nichos albergan aves que asustan
la frivolidad de quien osa caminar
en un territorio otrora del hombre
pero que ahora lo comparten los oxxos y mil bandadas sin rumbo.

Si un día yo partiera, antes de reclamarte
por el silencio de tus noches de provincia
tus cielos rojos antes del frío inevitable de noviembre
los besos que no me quisiste dar
y aquellos que derroché en quien no debía

más bien te diría, tierra de loza amarilla
que en tus canteras y tus pisos desnivelados
he visto nacer las golondrinas
que vienen a tí por costumbre más que por amor
he visto caer del cielo la lluvia de unas manos
que hace mucho tiempo dejaron de estar conmigo
he visto brotar las ideas de semidioses malparidos...

Y he visto que pase lo que pase, en tu tierra de todo hay
menos olvido.

Y aunque me llevas 406 años
y tu nombre suene a un brinco despectivo
en tus vientos se carga un suspiro
que lo mismo lleva el funeral de mi padre
que la eterna esperanza
de guardar tu olor a desierto en mi seno
y en la mirada de un guerrero por mí nutrido.

Para Saltillo. En sus 430
Escrito el 25 de Julio de 2007

1 comentario:

DaViD CaNo dijo...

Curioso saber que más allá de un accidente geográfico que otrora se resume en mi existencia,las calles, las veredas y esas sonrisas conocidas puedan desencadenar tan bellas letras.

saludos de un saltillense por nacimiento y sonorense por convicción.

Padre no es el que engrendra sino el que educa.