Tu cuerpo brillaba
junto a mi noche en Saturno
y en el absoluto del negro majestuoso
tu voz resonaba
con los acordes de sus anillos...
No mires la Tierra
hoy los dos no existimos
en carne y sereno nos convertiremos
cuando la primer alabanza alrededor del Sol
hayamos vivido.
Tus dedos danzaban
junto a mi noche en Saturno
y dentro del mar espeso del nitrato
tus ojos parecían
haber encontrado la vida
aún después de creerte muerto...
No busques la Tierra
hoy los dos hemos ascendido
más allá de la estratósfera y del Tercer Cielo
como el Polvo Cósmimo
nos hemos esparcido.
Tus besos marcaban
junto a mi noche en Saturno
el tic-tac de un tiempo sin tiempo
el fuego eterno
de nuestro absoluto.
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