Te escribo a estas horas porque no me puedo dormir: traigo puesta la falda que bordé con tu cara, a ver si se me ocurre algo más vivo, o a ver si la luna con su aro blanco me envuelve y me invita a dormir.
Hoy caminé por mis calles llenas de baches. Victoria nunca se había visto tan desamparada. Es casi igual al sufrimiento de tu vida, o al de mi época de bachiller: tenerte por bandera no fue mi mejor elección. Mis "redes" con flores y tu cara, las libretitas a mano y los separadores hechos por mí para indicar mi feliz lectura de sociedades mercantiles, mi blusa hiperlavada y la cajita de cerillos que compré en Guanajuato y que nunca usaré porque sólo fumo sueños rotos, son testimonios de lo que te digo.
Quiero trenzas en la cabeza, para destrenzarme el corazón y la incertidumbre. Quiero tus faldas de tehuana (aunque se parezcan a las de las meseras del sanborn's) para ponerme de maniquí en la plaza que está por mi casa, a ver si el viento se lleva lo que no fue. Quiero que dejes de estar de moda para volverte a usar, Frieda Loca. El "did you like the mole, panzón", te partió la müther en segundos.
Y quiero dejar de ser fatalista, porque al final de cuentas, yo sí estoy entera, en cuerpo, alma, mente y corazón...
No sé por qué te escribo, si sólo eres parte de mis años de aciaga primera juventud.
Aún así, felices 101 años... Paz.
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