Entre sus manos
me vi envuelta;
sus dedos de fría niebla
alcanzaron a callar mis labios...
Y un corcel álbeo
alzó entre mis bordes
la luna menguante y clara.
De mis pechos salen sus cabellos
de su cintura,
lo que me ciñe a la nostalgia.
Un dulce aliento
la menta introduce al pronunciar sus palabras
me acaricia dulce y tierna
como queriendo encandecer
su helada mirada.
Y yo
por vez primera la comprendo
le abro la puerta
y le sirvo de mi copa:
la reina del invierno
me parió nevando alegría;
De sus copos brotaron mis ojos
de su brizna mi andar pausado
de la niebla las faldas de mis caderas
y de una noche con tres estrellas
la magia de cantarles
merced del tiempo,
a pesar de la interminable espera.
Un hálito irrumpe en mi ventana
es ella que danza
con la sonrisa nívea por diadema
abre sus brazos
me pide que me acerque a ella;
Y yo le regalo lágrimas
de una nostalgia heredada
por el abrigo de su seno
disperso
en una mitad de la Tierra.
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