Siempre habia odiado a la gente que se sentía identificada con canciones en inglés, como si su vida fuese reproducida en la canción que un triste gringo compuso para darle sentido a sus emociones…
Y sin embargo, ahí estaba repasando una y otra vez la misma frase: “How I wish, how I wish you were here. We're just two lost souls…”.
Eso era lo que deseaba. Eso era lo que sentía, lo que pensaba y lo que vivía, día tras día, hora tras hora, sobre todo ahora que la Navidad acechaba con paso firme.
¿Papá, estás ahí? La pregunta constante. Mirando hacia el rincón de aquel sillón donde solía sentarse, encontrar el espacio vacío producía un helar en la sangre…saber que la respuesta inalterable y permanente se ligaba con ese abismo resultaba desquiciante.
¿Alguna vez pensaste, igual que yo, que lo nuestro podría salir bien? Los minutos pasaban, la vida se paseaba constantemente, pero la ilusión de un amor que ahora estaba perdido cortaba el camino de un tajo: la vida entonces se tornaba confusa, pesada, dos ausencias ya era demasiado.
How I wish you were here…, Pink Floyd jamás habia sonado tan bien en Navidad, sobre todo porque le daba ese toque nostálgico a aquella época dorada de la infancia, donde los sueños pocas veces se hacían realidad pero los abrazos devolvían la alegría al corazón. Sí, las fiestas decembrinas en aquel entonces se llenaban de una magia tan real, que difícil resultaba comprender que la realidad del ahora se convertía en un trago amargo qué soportar.
El reloj de la vida indicaba la hora: tiempo suficiente fue ya para lamentarse de lo que se tuvo y no se volverá a tener, de lo que se quiso amar pero que fue imposible mantener.
Una lágrima se funde con la luz de un sol lagañoso, el mismo sol que se miraba vanidoso en las esferas rojas del pinito acomodado ahí, en señal de que más vale hacerse a la idea de que la vida sigue y el ser humano no puede hacer nada contra ello.
Las fotos de los años que atrás quedaron motivaron la aparición de la esperanza de una Navidad mejor. El ser humano, al final de cuentas, está compuesto de cierta aleación que le permitía ser tan sensible a los desastres del alma como resistente a los efectos de los mismos.
¿Papá, sigues ahí? Yo sé que siempre lo estarás, aunque ya no te vea. Y también sé que estarás esta Navidad, tal y como lo estuviste la primera Navidad desde que moriste.
En cuanto a ti, mi amor fallido, siempre habrá una razón que valga la pena para recordarte y sentirme feliz, aunque tu ausencia me provoque una ligera melancolía por lo que nunca fue. Te amo, lo sabes perfectamente.
Es hora de abrir las manos y recibir lo que la vida tiene para ti.
(Escrito el 1 de Diciembre de 2003)
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1 comentario:
me pasa algo muy similar con esa rola.. la mamo...
me agrada leerte.. me relaja.. jaja.. saludos!
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