Un dragón azul sobrevolaba mi cabeza
tenía su lengua seca
cantaba con la cola que la lluvia haría caer
Y con su cuerpo lleno de escamas
todas verdes, azules y turquesas
empezó a cimbrar el cielo
y de una bocanada sin fuego
las hojas de la enredarera de mi pared tiró
Fueron chispas las que perforaron mis ojos
lágrimas de dragón sediento:
no hubo lluvia, sólo viento
el aire seco de su ego muerto sopló.
Miro hacia abajo, mis pies están inquietos:
yo puedo vivir sin lluvia
pero esta tierra ya no.
lunes, 12 de mayo de 2008
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