Hace ya casi un mes de mi autoexilio decidido...No, otra vez.
Hace ya casi un mes de decidirme por fin a reconocer que vivir a tu lado (o más bien, bajo la espera de tu llegada, en la sombra del tiempo sin dormir) era en sí un autoexilio... No, otra vez.
Hace ya casi un mes de que por fin vivo afuera de tu exilio. Verme libre me costó un tiempo.
Pero te juro que respiro tan libre, tan sincera, tan abierta, tan feliz...Que no me arrepiento de guardar mis lágrimas futuras que nunca más usaré para tí en el frasquito etiquetado con la fecha 7 de agosto del 2001.
Como en las películas de ficción, al cerrar la puerta entre los dos ya no quise ver hacia atrás. De cualquier forma, ya no estabas tú.
Hace ya casi un mes de mi feliz existencia. Creí disolverme entre las sombras. Pero ya ves que no es así.
Hace ya casi un mes que no te siento ausente. Estoy yo conmigo. Tenía ya muchos años -siete, para ser exactos- que no había podido hablarme a mí misma, pedirme perdón por exponerme ante tí tan frágil, tan vulnerable. Me he permitido reconocer mi propio fuego, mi propia deidad.
El camino es aún largo. Por primera vez en muchos, muchísimos años, tengo ganas de continuar, de saber qué hay más allá del horizonte que fabriqué para los dos. Estoy ansiosa por llegar a ese lugar. Sé que lo voy a lograr.
Hace ya casi un mes que no me autocritico severamente. No tiene caso. De cualquier forma, no voy a cambiar.
Hace ya casi un mes que he hecho las paces con la vida. No niego que me arranca de vez en cuando momentos de dolor y melancolía. Pero en esos momentos, ya no figuras tú.
Bendita sea tu ausencia. Bendita sea la luz de tu partida, la que iniciaste el mismo día que me conociste.
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