Hacen falta más vueltas cósmicas
para que se haga el regalo de la misericordia del tiempo;
un movimiento de supinación del universo
que sepa devolvernos
la inmensidad de la luz
el recuerdo álbeo
puro
tierno
(inocencia llamando a las ocho de la mañana
a los porvenires sacados de fotografías compuestas).
Para así volver a tener el cinismo
de preguntarle a los viejos
qué se siente morir
en vez de estar dándole largas
a la muchedumbre que se acomoda en las neuronas
a cuyo paso pesado
se marca un segundo más alrededor de los ojos
este desencantado encuentro con el mundo.
miércoles, 17 de noviembre de 2010
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