Poeta abre sus manos,
les silba un aire tibio y húmedo
y le da un nombre
antes de entregárselo a Aprendiz de Sabio
para que cree un nuevo astro.
Aquél lo desprecia en su humildad incipiente.
¿Cómo podría yo hacerlo?
¿Cómo te atreves tú a practicarlo?
Pero en su corazón un columpio se mece fuerte.
Le dijeron "fuego y creación".
Aprendiz olvidó mesurar la alegría que se asoma siempre
en la primera vez.
¿Cuántos mundos has creado?
Poeta calló:
Escucha la paz del universo.
Ahora, juega con sus notas y haz una canción que gire
eterna
inocente
intensa
total.
Te he dicho "fuego y creación".
Creo en ti la pieza que nos baila
antes de extinguir nuestro pequeño cometa
mientras se exista en esta Casa.
Le han dicho "fuego y creación"
y su interior se olvida del exilio.
Aprendiz mira su cielo de arena,
tan frágil, oh, que nunca,
nunca
se quiebre ni se extinga.
"Viento". Gritó Poeta.
Y el mundo de Aprendiz se disolvió
en la luz de la luna.
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