Suelto los amarres
de mi nave de rencor salado
porque debieras en mi mundo estar
y resulta que es lunes y asueto
y tú en tu silla
y yo frente a la computadora
declamándote las cosas de mi monstruo
que se levantó con frío y con preguntas:
cómo haces para sonreír
cómo le hago para no hacerlo
sabiendo que me extrañas y sufro
sabiendo que lo mío es el canto libre
y no este monstruo.
Esta nave cascarrabias era lo único
que tengo
suelto sus amarres
me quedo sola, al fin
y con voz muy bajita, casi como para que
no me oigas
te digo:
Tú eres el amor de mi vida
cómo diantres le haces para explotar mis rojos
no lo comprendo
cómo sabes que debajo de la dinamita
está esta luz divina
que me impulsó a besarte en domingo
dándome a ti para siempre
la misma que me mueve por la inmensidad
de lo que conocemos cuando reímos
y cuando yo estoy sola y pienso en ti
y te miro como mi regalo perfecto
y se me hace un nudo en mi pancita
porque, amor, es tanto mi amor
que no he hallado cinco palabras
para decirte cuánto te amo.
Suelto los amarres de mi barquita negra.
Estoy sola y me vivo en mi propio
renacimiento de Venus
Estoy esperando a morir este engendro
para que tú, al asomarte por la noche
descubras que estoy tan desnuda
como cuando me embistes y me tomas.
Y que te amo con amor cierto y profundo
una dermis que se asoma a ti
con ganas de que la abraces como si fuera
la carne de mi alma enamorada.
lunes, 17 de noviembre de 2014
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