martes, 24 de agosto de 2010

Testimonio

Qué lindo golpea el viento a la calle
mientras el peatón deja de serlo
y se cree poeta a destajo
por consentimiento sideral
o por una suerte de ungimiento salvador.

Yo lo he visto con estos ojos
que no se han de comer los gusanos:
desde ahora soy cenizas
-multicolores, pero cenizas al fin-.

1 comentario:

Javier F. Noya dijo...

cenizas copulantes del viento, carne hecha mineral y alimento, así es esa materia esquivas al tacto en que transformas tu poética existencia marcada en estos bellos versos. Saludos.