Un lucero diminuto
un meteoro portátil en tus pupilas
un single ochentero
una flor que jamás se marchita
una cajita sin música ni bailarina
ni lluvia de abril
pero repleta de besos quedos.
Mi cepillo de dientes
mi pastillero rojo
mi Kerouac, mi Fausto y mi Quijote en miniatura
mi dije de la buena suerte
aquel espejo de Angel Face bordado en la India que jamás nadie toca;
el bloc donde comienzo a tapizar sus renglones
con tu nombre orfebre.
Esa pluma que no soñamos poseer
pero perseguimos a diario en cada escrito.
No lo sé.
Deseo darte algo,
enviarte donde tú estés algo.
Un algo, que pronunciado con mi voz acallada
te haga llorar
por todas las cosas pequeñas
artesanales, delicadas,
como perfumadas a detalle
vivientes en este mundo.
Un ejemplar a escala
que te haga saber y sentir
lo que le estás haciendo al mío
con tu nube, tu planeta y tu voz
desde que les abrí las puertas de mi templo.
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