Espero un milagro.
No la lluvia de siempre.
Una nave para poner mis cachibaches querendones,
una estela maya para tatuármela en el pecho
y salir oronda de la batalla a cuerpo a cuerpo
con mi amante de planta, Soledad.
Espero decibeles tiernos de un tlatoani del siglo XXI
en el ombligo de Coyolxauhqui.
Un beso afortunado en tiempos de llorar la mala suerte
de nacer con el almíbar en los entreshijos,
un latido de amor con fagot adjunto que me haga saber que sigo viva.
Eso espero, confusión a medianoche.
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1 comentario:
Lo único que no cabe esperar es el tiempo, que es pura imaginería...mejor jugar a las deidades, y dejarnos horadar las razones por los trépanos de la ilusión de eternidad que siempre nos está esperando. Besos. Bellos tus poemas.
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