lunes, 5 de julio de 2010

A una sensiblera

Qué sensiblera sos
cuando te despertás a las cuatro pé eme,
nena;

y abrís la persiana para ver el gris
y tenés unos ánimos de desgarrar un tango mal cantado
porque resulta que no sos lo que sos
sino más bien un charquito absurdo
en una ciudad sombría y polvosa.

Qué sensiblera sos
cuando mirás inteligencia artificial por la t.v.
y llorás acariciando a tu perro de peluche
y das el cristalazo al futuro
estancándote en el ayer de tus primeros veinte.

Qué sensiblera
y qué aburrida sos
cuando es domingo y cuatro y sin sol de julio
y qué hermosas se ven tus pestañas húmedas
en esa cara cansada de no llorar el resto de tus veintisiete.

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