Qué sensiblera sos
cuando te despertás a las cuatro pé eme,
nena;
y abrís la persiana para ver el gris
y tenés unos ánimos de desgarrar un tango mal cantado
porque resulta que no sos lo que sos
sino más bien un charquito absurdo
en una ciudad sombría y polvosa.
Qué sensiblera sos
cuando mirás inteligencia artificial por la t.v.
y llorás acariciando a tu perro de peluche
y das el cristalazo al futuro
estancándote en el ayer de tus primeros veinte.
Qué sensiblera
y qué aburrida sos
cuando es domingo y cuatro y sin sol de julio
y qué hermosas se ven tus pestañas húmedas
en esa cara cansada de no llorar el resto de tus veintisiete.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario