viernes, 30 de julio de 2010

Destino a Pólux

Como purpúreos pétalos entre las falanges
palpo el hollín que va enterrando la fe ciega de los camiones.
Esto es el progreso.

Murió la intención de detener sus llantas.
Todo ha sido en vano:
El Todo se ha convertido
en mixtura oleaginosa atacante,
una ola pesteañeando con la largueza de un tsunami.
El llanto de una mujer made in taiwan.

Mejor mirar cristalinos ataúdes,
desnudarse en la mentira,
socavar a la muchedumbre de los actos circenses
puesta en coliseos apócrifos de tiempo y luz.

Anudaré la carga naval con destino a Pólux
tejiendo una soga de libertad con cada uno de mis cabellos.

Ulular de búhos

El prístino ulular de búhos amamanta
la no total superficie de la tierra.
Se ha ido.
Ha muerto.
Hay una noche sin un pedazo de noche.

La cristalina lluvia prometida
sólamente alcanzó para humedecer la rabia:
son instintos, no proezas
los castillos regalados desde tu sombra-luz,
mujer ígnea.

Dime por qué lo has hecho.

O mejor no me lo digas:
Escarificarías el surco que dejaste cuando niña.
Porque tú y sólo tú
sabes el sabor del grano de azúcar en mi lengua acre
tras el paso del mistral, horas antes de tu nacimiento.

En canon repito la oración de mis días:

El prístino ulular de búhos amamanta
la no total superficie de la tierra.
Se ha ido.
Ha muerto.
Hay una noche sin un pedazo de noche.

Lo tengo dentro de mi vientre.

En días voy a parir otra noche
al otro lado de este mundo.

martes, 27 de julio de 2010

Región Certeza

Al final no seremos las huellas en las paredes
de aquellas noches imperfectas
transcurridas en el pluscuamperfecto de nuestra carne.

Volveremos a ser el punto cósmico,
ese componente químico del resto universal.
Restos cantando a la nada diametral y blanca
escondida entre las faldas de Andrómeda.

Y un track ochentero nos amará como si fuera nuestra madre
nuestra mujer
acariciando hacia la tierra nuestros párpados.

Recordarás tus escalas en la línea evolutiva
yo me dejaré de los mendrugos de la tarde
para erosionarte la pena con mi paz sincrética
de mis galaxias y los pensamientos científicos y altamente comprobados.

Y un track dosmilero nos amarrará al perdido edén
nuestro hombre
ensartándose entero en nuestro vacío.

Escribiré los planes que no se hicieron
dibujaré un bebeleche
con los trozos más albos
de mi media luna intacta.
Tú sostendrás que sigo siendo una loca
estando en la Región Certeza de este mundo

domingo, 25 de julio de 2010

Crónicas

I.

A impares horas te vistes de vértigo y estrellas
llamas a una estalagmita
para sufrir el mediterráneo transversal del espejo.

Lames los bajo treinta
palpables en el atrio de tu sonrisa gitana.
Otra lengua más
saldrá de tu carne para borrar la lluvia.


II.

Te peinarás con un rehilete de aroma a uva pasada;
más que tomar aire eres aire:
flotas y resurges
ríes, maldices y tal vez lloras.

Un libro multiplicado retumbará
en el eco de tu nido tras haber gastado
el filo de la media noche.


III.

En horas pares la música congelando el tiempo.
Probablemente el mundo haya perecido otro día más
pero tú sometes la gravedad de los días interminables.

Haces alquimia volando tapires en tu ventana.
La luna quizá se desnude para ser devorada
por tus fauces tiernas.


IV.

La ciudad. Digámosle con otro nombre del ayer
exótico o impronunciable, dramático o insaciable,
todos son el caos.

Aquel claxon también te pertenece. Todo es tuyo.
El cordón umbilical de cualquier estrella de neón.
Tu ventana es el escaparate de las riquezas heredadas
el año que llegaste.


V.

Gritarías fuerte, oh narrador de la trayectoria de los mares humanos.
No hay necesidad de ello.
Nadie escucha.
Nadie son los otros por los que existimos en letras.

Y el viento no lleva el chasquido de tus neuronas enfermas de coraje
-impregnadas quizá de buenos deseos-.
Tampoco te hostiliza:
tú no lo tomas en cuenta.


VI.

No hay necesidad en ello, he dicho.
Tampoco la necesidad de una ella:
puedes pasar y repasar sobre cualquier epidermis
translúcida o morena
de memoria frágil, táctil, como nieve cortada a contraluz;
contarle los cabellos,
pintarle en los pezones y el ombligo
historias falsas y sin cierre para que jamás nadie las pise.

Todo lo menor es un tubérculo nocturno.
Son flores de un tiempo magnificado lo que te cimbra.
Creo sentir reminiscencias de yuca
arrastradas de alguna otra vida.


VII.

A impares horas me visto de vértigo y estrellas
me quema tu estalagmita
perezco en el mediterráneo transversal de tu espejo.

Lamo los lejos treinta
no palpables en mis ojos de extraterrestre.
Otra lengua más
podría estallarme del vientre y albergarte un saludo de amor tierno
a cualquier hora del mundo.

domingo, 18 de julio de 2010

Todos los hombres rezando

Todos los hombres rezando
por la perpetuidad de la noche sabatina.
Todas sus mujeres repiten aquel acto
a ojo cerrado y entrepierna abierta.

No hay dios sin necesidad
y la única religión existente
son dos bocas que nacen
para hallarse, quererse
y sostenerse en pie en lo que el mundo da otra vuelta.

Canciones para una geek

Canción de cuna para una geek tratando de dormir
reproduciendo en su cama el rostro elegido.

Los lagos no son océanos
y los mendrugos jamás forman archipiélagos,
querida.

Una vuelta a la hemipléjica luna
y dos vueltas de lazo de lluvia de verano
para enmarcarte esquiva, sonriente a tientas.

Estoy tan cansada,
estoy muy cansada.
Catorce horas durmiendo no son suficiente.
Estoy tan cansada,
estoy muy cansada.
Fabrícame otro país, fabrícame otro planeta.

Réquiem para una geek tratando de morir
pronunciando el nombre del rostro elegido.

Las mutaciones no son a conciencia sabida
y la muerte sólo traerá más vida,
querida.

Estoy tan angustiada,
estoy muy angustiada.
Yo no sé nada de los códigos de Venus.
Estoy muy angustiada
demasiado angustiada:
tanta vulnerabilidad no debería aquí ventilarse.

Canción de amanecer para una geek que florece
al deletrear el rostro elegido.

El cardumen bermejo volante no es el cielo:
tu pelo rezuma
la alegría venusina al dibujar su rostro con tus dedos entintados.

Ese es el código,
colúmpiate, niña,
julio vino con su regalo tornasol urbano.

Champagne

El champagne de este páramo es un castillo subterráneo con su puerta ancha bajo las suelas. Alto, manso, casi orfebre, me unge con la delicadeza de su madre su polvo dorado en las piernas.

En este lugar de la media tarde, el tiempo siempre se vuelve uno solo y no da paso ni transige tregua.

Será que cantan las voces de todos los niños cactus que están por abrir los ojos por primera vez.

sábado, 17 de julio de 2010

En un momento de tus pocas horas libres

Dime qué hacer con esta lengua que me quema a solas,
tú que estás colocado en el entrecejo de mi vista
cansada ya de ver tantos neones.
Si cuando intenté matarla, resucitó en el tres que le da fuerza
a mi nacencia.

La metí en mi osamenta,
le dije que esperara
y ahora en mí revienta en estas ganas absurdas de morder
tu pan
justo a la hora en que te reinventas dentro de otros sueños.

Dime a qué puedo jugar mientras no existes durante tu ausencia,
tú que estás vivo en mi entrepierna al cruzar la frontera
de lo real y lo onírico;
tú que te encuentras al otro lado de la línea del teléfono,
meciendo mi ternura entre tus labios tristes.

Dime si puedo dejarte pasar o no.
Dime si es esto en lo que deseabas verme convertida
antes de tomar mi éter y pasearte un rato por mi cosmos.
O desmiénteme la guerra iniciada
por dos seres que aparentemente no necesitaban ser tan sinceros.

Dime cuánto son dos más dos:
mis díasnoches y los tuyos,
tan acostumbrados a viajar solos
creyendo que sólo así
perderemos la costumbre de siempre sentirle húmeda y frágil a Soledad.

Dime qué hacer con esta lengua que me quema a solas.
Dímelo en un momento
de tus pocas horas libres:

Para así sentir que no me pierdo en tu no tiempo.
Para construir una casa de naipes en lo que llegas, ufano,
a perturbar mi cuerpo con tu risa de sabelotodo verificado.
Para cubrirme de rojo el cuerpo en lo que arribas a mi rajada intacta, triunfante,
a matar mi pasado violento con tus palabras
que soplan primeros auxilios e ígneos deseos en mis oídos.
Para regalar mi boleto de tranvía a alguien realmente desafortunado
y quedarme aquí, a clavar mis rodillas hasta cansarte el sexo
mientras tú lames con tu boca de viento la cúspide de mis pirámides enanas.

Dímelo sin florituras ni terciopelos
(esas te las cobro en la garita tres de mi universo viviente):

Quiero creer que las cositas de nada como yo
también podemos hacer algo útil con el fuego
obsequiado por nuestra madre Venus
en el freeway de unas manos como las tuyas.

Ésas que desearía tanto estuvieran donde yo
a estas horas de luna dorada y plagas estelares .
Ésas por las que encararía gustosa
las aburridas y mundanas jornadas.

viernes, 16 de julio de 2010

Espinita de luna

Espinita de luna,
apiádate.
Dentro de mi estadío nómada
escóndete.
No permitas
que la espera del fuego y la noche
haga añicos de mí.
De la palabra cruel de sus labios
protégeme.
A la hora de la dispersión de mi silueta en este llano
invócame
y hazme regresar al viento femenino
que siempre ha estado aquí.

Para que con mis pechos y mis cabellos
yo te alabe por ser tan sola como mi alma.

Por el resto de las senectudes que me espera
en el hogar lejano de Saturno
y por el caos estilo six flags
tan propio de ese genio de Urano.

[Coda:

Espinita de luna,
no le digas a ese tierno vanidoso y triste
que hundido me lo has dejado en la epidermis
de este corazón de nopal
la noche de su etílica tristeza
justo cuando el dulce de mi higuera cuajó en deseo].

miércoles, 14 de julio de 2010

Atención:

Hoy no quiero ver a nadie y no es misantropía
resulta que los algos
los nosequés en este mundo
y los sabes
me traen algo cansada.

Pero pasen, esta es su casa.
No volveré enseguida,
más bien acordaré la retirada
con la musa que también duerme.

Las llaves para entrar están donde siempre:
colgadas en cada letra, en cada verso, en cada trazo de poema.
Palabra de mujer que nunca he ocultado
una sola arista entre mis complicaciones solitarias.

No regreso en un mes
no regreso en una semana.
Soy la reina que deshace el tiempo,
termita que la madera de los relojes acaba.

Vuelvo cuando el sol me queme la angustia
cuando el cartero pierda la moto
o cuando lo que me importa
entienda que me importa porque sí
y sin esperar realmente nada.

Vuelvo cuando me pegue la gana.

Ruda y dulce

Soy bipolar al estilo de las neuróticas de la época de oro del cine:
ruda y dulce;
majestuosa y ordinaria;
pretenciosa y espontánea;
intelectual y simplona;
irredenta y reduccionista;
única y comparable.

Estás muy equivocado, lector mío,
tú, para quien va dirigida esta poética farsa,
si piensas que lo has descubierto todo
al creer que tienes entre tus dedos
un ejemplar de mi nada:

El día que quieras, a la hora que puedas,
te invito a entrar de verdad
en lo insondable de la música con la que he nacido
a deslizar tu dedo índice
entre las fisuras de mi pasado amargo y triste
a poner la paja de tu ojo
en la gravedad del presente que me aflige
y no te lo comparto
por ser estúpida y bondadosa
por servir de manto en tus noches heladas;

Te invito a dejar de juzgarme todo lo que no fui
para besar todo lo que sigo siendo.

Porque es cierto que el tiempo es sólo uno
y no espero asirme de nadie para llegar a mi muerte por vieja
salvo un buen gesto
de alguien más que está aquí y que igual también pasa;
porque estoy cansada de hacer las cosas mal
y recibir lo peor en paga;
porque en verdad, chiquillo mío,
de mí no conoces nada.

Tal vez y de ese modo
podrías comprender
a la sinfónica que te espera radiantemente opaca
noche tras noche
desde esta jaula.

Sí.

Soy bipolar al estilo de las neuróticas de la época de oro del cine:
ruda y dulce;
majestuosa y ordinaria;
pretenciosa y espontánea;
intelectual y simplona;
irredenta y reduccionista;
única y comparable...

jueves, 8 de julio de 2010

La danza de tragafuegos

Lento
baja mi brazo por tu espalda,
mundo.

Una senectud de dioses ha sobrevenido a mi estera.

Es el día de comer cenizas de papel sagrado.

Es el día en que la danza de tragafuegos llorando en el crepúsculo
nos consuela.

Blanco

Mil malabares se untan en tus piernas
es fuego blanco lo que les lamen
aliento nuevo para seguir,
Nocturnae de este planeta.

Todos mis deseos han sido escuchados por ti.

lunes, 5 de julio de 2010

Parálisis

Junté los pies para caminar despacio
el sendero blanco de vidrios dispersos.
Así, me dije, la herida sería una sola.
Como una rajada en la cola de una sirena.

En vano libré la batalla
capítulo 1, me arrastro en una arena falsa;
capítulo 2, anegué mis teorías;
capítulo 3, compré otras apócrifas;
capítulo 4, regalé el azul de la inocencia en tiempos de mares ignotos;
capítulo 5, la herida se repartió entre mis dos piernas.

Éste es el génesis de mi sexo
bienaventurados los que hoy asisten al evangelio de mis días.

A una sensiblera

Qué sensiblera sos
cuando te despertás a las cuatro pé eme,
nena;

y abrís la persiana para ver el gris
y tenés unos ánimos de desgarrar un tango mal cantado
porque resulta que no sos lo que sos
sino más bien un charquito absurdo
en una ciudad sombría y polvosa.

Qué sensiblera sos
cuando mirás inteligencia artificial por la t.v.
y llorás acariciando a tu perro de peluche
y das el cristalazo al futuro
estancándote en el ayer de tus primeros veinte.

Qué sensiblera
y qué aburrida sos
cuando es domingo y cuatro y sin sol de julio
y qué hermosas se ven tus pestañas húmedas
en esa cara cansada de no llorar el resto de tus veintisiete.

Mitenes rosas

Mitenes rosas,
equivoqué la trayectoria
ahora boicoteo el establishment:
pimienta verde para resonar una bazuca
un himno al desencanto
que llevé siempre.

No rueguen por mí
no juzguen mi pesado estío.
Mis manos son agua pesada
y mis dedos necesitan libertad.

sábado, 3 de julio de 2010

Un rayo

Traigo un rayo enterrado en la espalda y es sólo mío.
No pretendo aniquilar justos
ni ajusticiarme a los pecadores.

El rayo es mío y me avanza,
me da más vida por cada minuto desangrado.

Click.

Un hijo de rayo artificial
toma mi foto de frente.

Nadie nota que me estoy yendo.

Perder el tiempo

Deberíamos perder el tiempo
regalárselo a los príncipes ociosos
para que duren más años.

Acabar con el protocolo:
qué cuernos es eso de saludar
a los muertos inútiles en parangón con los caudillos.
Qué rayos es eso de no dejar ir
a los caudillos caídos en tiempos cercanos
por un excedente de postmodernidad.

Deberíamos perder el tiempo
saltar la reja virtual y engrandecer
el sentido mítico de la imaginación:
tu mano dibujando en tu pierna mi ojo
mi ojo buscando tu mano en mi dibujo
(a veces soy un dibujo)

Motivar el desprotocolo:
abinstitutio por un sólo día
martes, para darles la guerra.

Total, para lo que dura
y por lo que nos paga dios por estar haciendo
estos ridículos versitos sin ley...

Nave regordeta

Nube, nave regordeta y lacrimosa:
deja ya de joder
y devuélveme el tremor asfáltico
que inicia
cada que lo encuentro
solo
agazapado entre mis ideas
durmiendo la clásica siesta de los casi héroes
que van en un auxilio insufrible
de mis actividades de semidiosa extraviada.

Once

Sacudiste la ciruela que por ti
en mí habitaba en dulce onirismo libertario:
lo permití porque soy suicida y amo al mundo.

Era en un once y nadie pareció advertirlo.

Desgajaste el mazapán de mi playa con tus dos manos,
yo te dije que tomarlo así era una blasfemia.
Temblaste de hastío, ¡oh, tú, temerario brutal!
Para ti un sismo es cosa de jugar al yoyo.

En undécima letanía te mueves, hola, te dice el absurdo.

Zarpaste en un bulto de arena y lodo,
viajaste en la marea dando vueltas en otro hemisferio
-largo, dúctil, dulzón, ensimismado-
dándole un nuevo sentido a un fragmento de la omnia:

Menos once, la cruz movió su eje.

Hurdiste una tela para no tomarme nunca
en ella reposo mientras deshago la historia.
Desmenuzo un huracán que desde mi boca anda corroyéndome el techo.

Olvidaste un argumento aritmético:
No será un once lo que pueda desescribirnos.

Navegas, marinerito ignoto, donde los bienamados de Hades;
su mar se agota ya en mi frente.
Lo siento
lo espero
lo guardo
lo magnifico
lo agradezco.
Te he conseguido el lugar más majestuoso
para tus majestuosos días de no existir.

Déjame tu lienzo ajado en señal de paz
y desfigura la sombra que me hará mella en las pantorrillas
días y noches, pasadas ya todas.

Quieras o no,
estarás como partido desde ayer:
Los demás números aún me pertenecen.
Yo soy la reina que deshace el tiempo.

jueves, 1 de julio de 2010

Todos (los muertos)

Todos
(los muertos)
caminan de este lado
de la acera:

Mujeres con el rencor enraizado,
hombres con la pena crecida
niños de pasado borrado
ancianos absueltos en la despedida.

Este ojito de huracán que ves
son sus cuerpos navegando memorias
en los mares de la otra vida.

Por eso te duele tanto la lluvia
cuando golpea tu santuario, niña,
por eso despiertas como ansiedad
en vez de dormirte hecha vaso de luna azucarada y llena.

El insomnio

El insomnio, aquí, sólo sirve
para dar muescas de filminas
apostando estos diez dedos
-de los cuales sólo la mitad marchan: los otros
duermen bajo el aroma del femenino nocturno-
a rodar por esa escalera
infinita, intangible...

Regalo de dioses discretos
que fue envuelto
en mis cabellos disueltos en la plata de un junio llorón.

El insomnio, de este lado, es útil
para formar edificios de cristal azul
y luego derrumbarlos con la risa de las dos de la mañana
que construyes sin proponértelo muy en serio

El insomnio me seduce por hacerme creer
que soy la cursi y rosada princesa encantada
por un cuento especialmente no ficticio y gris.

El insomnio, vaya, me gusta y lo busco
para sobrevolar todo el tiempo de agua anegada
que ya no va a regresar
y espero no vuelva
porque en serio que me está gustando de veras
los negativos de mi postura serena,
atenta de la hora que me regala tu anunciación.

Este insomnio que ves
(tan loco
tan fútil
tan como salido de mí)
me devuelve a la otra
que se dejó vencer un día ordinario de luz incaindecente
y camina fodonga por las tardes de plaza de pueblo chico.