No llegará ese momento,
me dijiste,
niña de nombre de patria clásica que ya fue,
rasgándole toda posibilidad
a mi reducido túnel luminoso
de regalarte una caja con tres intentos dentro.
Dime ahora qué hago,
ojos en letargo inducido,
con la caja negra llena de todos los sonidos
que tú y yo sabemos
no podremos regalar
a los que no vienen después.
Todavía puedo crear un holograma,
niña de cabellos rojos,
habitable en cualquier confín del cosmos.
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