Fruta madre en las entrañas de mi selva,
las libretas son el pan ofrendado
al fabricador de linternas guarecidas en mi corazón.
Que la razón nos obligue
a ti y a mí,
una y otra vez,
a ser cuerpo dúctil,
voluntad férrea,
corazón renovado por lo días claros,
manos palpitantes,
tiempo sin fin.
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