miércoles, 7 de noviembre de 2007

Tango (el último de esta noche)



Baila este tango conmigo
ansío regresar al punto perdido;
observar el destello de una copa vacía:
el vino blanco se ha consumado entre velas y cigarros
y mis segundos se vuelven más cortos y perversos.

Toma mi mano llena de vetas
y escucha el latir de un corazón envejecido
detente y analiza los pensamientos en mí inmersos
en el poderoso rayo del amor codicioso y avaro. . .

Baila este tango conmigo
cuéntame lo que has hecho en el lapso escondido
detrás de tus surcos y mis ojos empañados.
Enséñame a qué sabe la juventud después de la juventud
mirada desde el pedestal donde tus años y los míos
apreciables y contables no pueden serlo con exactitud.

Juntos escucharemos esta pieza:
tan inquieta, tan traviesa
infinitamente llenadora de ese hueco insaciable
al que todos le llaman deseo
pero yo he decidido llamarle terquedad inalcanzable.

Al finalizar el compás
si tus oídos son capaces de escuchar
advertirán que con los acordes también se han marchado
el suspiro creador de mi vida que no volverá jamás.
Me iré poco a poco
recordando las canciones de mi juventud,
entonando himnos de amores y planes locos
que en mi trayecto por nuevos rumbos tomarán plenitud.

Baila este tango conmigo
ven y siéntate a mi lado
calma mis ansias de sentirme en la arena varado
porque el trayecto que mis años han tomado
marcha atrás hacerlo no ha jurado.

Es el baile más eterno que haya hecho
el único que se mantendrá junto a mi lecho;
por eso te ruego permanezcas en este trecho
en que lo inalcanzable y lo pasado son uno sólo. . .

Baila conmigo este tango
deja que mis manos te digan entre tanto
los secretos que sólo pueden albergarse con la música:
tú sabrás si los recuerdas o los dejas
que a mí el tiempo es lo único que me controla y maneja.

Baila conmigo este tango una última ocasión:
permíteme recordarte la pasión con la que te entregué el corazón
aquella noche en que mi cuerpo se disoció de la razón.


Escrito el 2 de Septiembre de 2004

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