miércoles, 7 de noviembre de 2007

Canto a la tierra de mi raza



Que de rojo se tiña mi tierra
y entre la tinta bermeja nade el palpitar
de la sangre que une a tu raza
raza cansada de tanto caminar.

Que las raíces escuchen el sonido
del retumbar de su andar
y que en un solo latido
se una su gente para que nunca más se vuelva a separar.

Que el cielo entero que nos ha visto crecer
cubra entre naranjas y violetas el nuevo amanecer.

Esa es la plegaria de mi ser.
Esa es tu plegaria, que aunque no la escuche, la sé.
Sé que clamas por tu unidad
sé que clamas por tu libertad
sé que entiendes que se puede encontrar
el punto exacto , la medida justa
que conforman a la Unidad.

De tanto tiempo está hecha tu oración
que los huecos del desasosiego se llenan con tu canción:
cantares del alma, cantares de anhelo
voces entrecortadas por la desesperación
y la fe que en ratos te devuelve el consuelo.

Aunque otros cielos y otros pasos
pisotear quieran hacer con tu espacio,
jamás dejarás de ser Uno con el Sol
pues por quinta vez tus hombres vienen
a llenar de cobres, dorados y mieles
la eterna belleza de tu proceder
que a pesar de haberse suprimido hace quinientos años
la valentía de tus hijos no se dejó vencer.

Y de nuevo los ves marchando
y tus plegarias van cantado;
sobre sus hombros van portando
el orgullo de tu sabiduría poseer.

Por eso es que la tierra que te ha engendrado
aún brilla intensamente
pareciera que tus dioses, intentan vehementemente
sembrar el milagro tan esperado.

Que de granate se tiña mi sangre
y de cobre brille mi piel
que la obsidiana de mis ojos
de matices variados tu cielo pueda ver.

Me uno a tu plegaria:
desea el corazón
saberme que soy para ti necesaria
tierra bendita de mi corazón.

No hay comentarios: