miércoles, 7 de noviembre de 2007

Poema de Anhelo y Tierra



I
Aquí estoy. Pura oscuridad
de noche centelleante en medio de una lágrima escondida.
Centro soy, uno de entropías
ego de nadie, solsticio sin deidad.

Muerte parida. Absurdo a colores.
Gritos deformes envueltos en mi boca hambrienta.
Fuego fui. Uno de mil luces.

Siembro en la nada. Hoy cenizas respiro:
me nutro de las glorias del ayer,
un placer quizá inexistente
un beso tirado al huracán del hastío.

Con la senectud anticipada,
arrojo fragmentos de esperanza dispersos…
el mañana no existe ya en tu mirada.

Esa, que me obliga a transitar:
sonrisa falsa, desprendimiento al calor fingido
tan lento es tu deseo, Oasis Femenino,
que aunque lo neguemos, tú en mí la fe no has de reanudar.

No respondas a mis preguntas.
De cualquier modo nunca lo has hecho:
Sólo somos dos castigados a orillas del Edén.

* * * * * * * * * * * * *

Hoy no tiemblo porque no me da la gana.
Hoy más bien quiero callar
observarme árida una vez más:
los ríos ya no pasan por mi piel desquebrajada.

Y a las nubes no les da por llover…
¡Ah, si tan solo a las nubes se las pudiera enterrar!
Como se entierra a los que dejan de soñar

para convertirse en un sueño profundo
donde el pesar se vuelve magia
y al Tiempo se le relega, cansado e iracundo,
bajo la sombra de la Eternidad.

Pero la Eternidad no te alcanza
si tú no la dejas pasar…
Y a mí la duda me asalta.
Hoy no te permito que renazcas
en tus verdes y tus magentas:
la Vida me hizo una treta
y yo le reclamo con el olvido de mi esterilidad.

Tírame al vacío
no busco compasión
no hay lugar para ti entre tanto rencor.

Que para dolor, nomás el mío
para orgullo, sólo el de mi vientre
para furia, mi pecho latente
que entre tus llamas se mueve enardecido.

II

¿Ya viste? Otra espiral en el cielo.
Tan lejano, tan distante e indolente,
tan grande, tan azul y sereno
que sus nubes impávidas nos ofenden.

Pero la ofensa no está en ellas ni en el viento
ni en las figuras que dibujan travesías…
la afrenta la lleva uno dentro
de saberse el asesino de la alegría
aquélla que con sus dedos el cabello nos acariciaba.
De haberla sumergido en la agonía
por no entender lo que se buscaba.

¡Tantas horas caminando! Y sin embargo
mis pies no sienten alivio.
No he encontrado el terruño aciago y bueno
que alguna vez me tuviera en su seno.

Por eso ya no busco nada: ya sé que todo está perdido
Por eso en el extravío me refugio
y a mirar el cielo me dedico…

Cielo rojo, Cielo azul, Cielo todo
¡Alcánzame tu rosa de los vientos!
¡Dime que aún no ha llegado mi momento!

Cielo, ¿por qué te callas?
Así sólo puedo escuchar mi alma…
Silencio, el aire habla
y mientras lo hace, me arrastra.

¡Viento, llévame! ¡Viento, soy tuyo!
¡Lánzame a otros lugares, aterrízame en ellos!
Devuélveme el ensueño.

Arrúllame mientras me duermo y me convierto
una vez más en ser divino…
¿por qué escucho y siento el alivio?
¿sobre quién me has dejado dormido?

* * * * * * * * * * * * *

Noche amarga, ¿por qué me dejaste sola?
Recuerdo cuando tú y yo fuimos una
y esperábamos que el Sol regresara
sentadas sobre la Luna llena, que a veces menguaba.

Menguaba para mecernos junto a las luces del Cielo
crecía para volvernos cadenciosas
y se volvía a llenar para iluminarnos por completo…

Frondosas, sí, alguna vez lo fuimos:
la sensualidad nos recorría las células
y en nuestra ingenua vanidad permitimos
que la Cobardía disfrazada de Amor nos hiriera.

¡Ah, noche! ¡Qué duro fue aquel instante
en que nuestra fragancia incesante
en letargo quedó sometida!

Más duro y triste es aún, saberte presente
adivinar tu llegada y tu partida.
No jugar más a la espera del Viento Nocturno
que una y otra vez a Eros nos traía.

Noche triste, Noche larga, noche al fin,
¡Levántanos la penitencia!
Yo sé que también estás triste sin mí.

Noche, ¿por qué te callas?
Así sólo puedo escuchar mi alma…
Silencio, el aire habla
y mientras lo hace, me calma.

¡Viento, quédate! ¡Viento, soy tuya!
¡Hipnotízame, desbarata el letargo!
¡Libérame! Conviérteme en fragancia encendida.

Arrúllame mientras me duermo y me convierto
una vez más en esencia divina…
¿por qué sobre mí se desplaza el alivio?
¿quién sobre mí me ha regalado su cobijo?

III.

El amanecer, ya es otro día:
mis ojos se confunden, el ave trina.
¿Aún estoy bajo tu sopor, Letargo?
Te confieso que esta vez tu broma me da miedo.

Tanto orden, tanta paz… ¿y la entropía?
Los colores ahora habitan las formas:
el Sol aparece con piel de Ocelote.

Arriba, todo tan excelso; bajo mis pies,
un cálido aliento de mujer.
Y unas manos de barro me palpan
como queriéndome reconocer…

¿Qué hiciste, Viento? ¿Dónde me has dejado?
No me puedes convencer. De tus burlas estoy cansado…
Tanto fulgor hallado me hace dudar

si lo ahora vivido como real
no séra peor que el espejismo
al cual me aviento como se avienta el soldado al abismo
tras perder una lucha campal.

Y si así fuera, me quedaría doblemente perdido
sin la hipocresía y sin el placer.
Me desaparecería en la nada…me acogería el olvido.

Tan desconocida me es tu fresca fragancia de antaño
que me confunde la realidad de mis albores:
tú fuiste una conmigo, en ti llené de flores
tu suelo entero, tu puerto siempre a mí abierto.

¡Qué ironía! Por fin te tengo,
tu tierra me devolvió la vida
tus ojos me libraron del encierro.

Y yo temblando todo por dentro mío…
Quiero correr. Quiero zafarme de ti.
Tu paz es tan buena que temo perderme en ella.

O peor aún, temo volverte a perder a ti.
Apostarle a lo desconocido sin precaución.
Quedarme ciego por la luz de tu estrella.

* * * ** * * * * * * * *

¡Oh morador! Cuerpo afligido
Absolución renegada
Manto de amor no perecido
Espasmo del tiempo entre las horas y la nada.

Luz sometida. Fuego cansado.
¿Qué te hicieron allá afuera, niño amedrentado?
¿Qué injuria procuraste a la Vida?

Que ahora ella te alimenta de las cenizas
de tus propios sueños, de tu danzar airado.
Y se burla de ti mientras la dejes
pues la dignidad también te ha retirado.

¿Hace cuánto tiempo no dormías?
Tus pies errantes están llagados
y aún así a mi sangre el consuelo has regalado.

Tú, magia delirante, paso renovador
que ha despertado en mí la ternura.
Tú, mirada perdida, semilla volátil
que has sembrado en suelo infértil

las flores otrora extintas
las ramas tapizadas de un verde que se creía ausente
la humedad de mis rincones casi inertes.

¿Qué hiciste, Viento? ¿A quién me dejaste?
De tus burlas estoy inundada.
Tanta magia verdad no puede ser…
Ya la duda entra y se apodera como antes

de mis impulsos, mis anhelos y mi entrega…
su avidez poco a poco me revela
el sueño trocado en pesadilla.

¡Qué ironía! Por fin te tengo,
tu presencia me devolvió la vida
tus manos reavivaron mi fuego.
Y sin embargo, afuera de mi suelo te quiero.

Por no querer sentir de nuevo
a la ilusión empujando mis días.
Para evitar sentir más fuerte el dolor.
IV.

Me niego a ser tuyo, piel morena.
Ya no quiero renacer en ti:
Hay otra tierra, menos fértil y serena
que me enreda de noche con endeble raíz.

Y se apodera de mi debilidad.
Y la transforma en viento gélido que sopla en mi rostro.
Y se convierte en sensual mentira.

Que me embriaga y me lastima
porque me sabe atado a ella.
Porque me cobra la deuda a diario
de regalarme el placer vacuo

de darme abrigo con falsa cobija,
de enjugar mis lágrimas con el desdén
de saberse usada por mi agonía.

Agonía que me enjaula, crece y me tiraniza:
laberinto de egos, vanidades y reticencias
exilio inmenso, distancia letal entre tú y mi realidad.
Cómo me pesa haber elegido de nuevo la soledad.

Mi caos ahora es un Gigante
que me aplasta y me revive
para después volverme a torturar.

Contigo, las horas estatuas se convirtieron
de marfil y bronce sus estragos fundieron.
Reconozco que me liberé en tu barro
al que ahora tanto ansío volver.

No sabes cuán cruel es olerte
cada vez que me despierto en esta arena embustera:
el aroma de tu tierra me clama una y otra vez.

Viento amigo, el único en el mundo:
Tú, que conoces el error y lo disipas,
Tú, que posees la libertad y la reinventas,
¡Reinvéntame en aire por un segundo!

Haz que pueda regresar a ella.
Destruye estas horas perdidas.
Consigue que en su vientre ellas desaparezcan…

Cerraré los ojos mirando hacia el Cielo…
el exilio me vuelve loco:
es flotar en el silencio del encierro,
estrujar los dientes y las manos para no sentir más.
Giraré en mi eje para encontrarme.
Tomaré la esperanza de su piel
para poder escapar de aquí.

* * * * * * * * * * * * *

Me niego a darte abrigo, a darte mi calor.
Yo no quiero que renazcas en mí,
sé muy bien que otra tierra te arropa
si no con besos, sí con tu dolor.

Quizá ese haya sido tu albedrío…
dejarte envolver entre sus arenas movedizas
en un intento de matar el frío.

A mí también tu agonía me duele,
ahora yo sufro por los dos:
Tú, distante, me envías tus gritos con el viento.
Yo, solitaria e inmóvil, me rehúso a reclamar por ti.

El miedo me tiene a sus caprichos
la larva de la indolencia
ya empieza a hacer en mí su nicho.

Tanta soledad en isla me convierte.
Tanta furia y tristeza en lava se revierte
y me quema las entrañas
que te claman vivo dentro mío.

He llorado con aguas prestadas.
He temblado con mi fuerza remendada:
un garabato de fecundidad ahora soy…

Viento amigo, el único en el mundo
Tú, que acaricias mi frente,
Tú, que sabes volar y ser mensajero
¡Dile que regrese! ¡Dile que lo quiero!

Cárgalo sobre tus hombros
conviértelo en suspiro.
Un suspiro suyo eterno me basta

y de un suspiro yo vivo…
Esta vez, hablaré con la Noche
le pediré que me acompañe
y en la Luna menguante y triste me arrulle.

Mantendré mi voz callada esta vez.
Tomaré la esperanza de su huella y su aliento
para recuperar lo que fui.

V.

Ya voy de vuelta a casa, amigo Viento.
Me he vendado los ojos
para esperar a que ella me devuelva Todo.
Para entregarle lo que nunca antes pude dar:

Devoción y lealtad.
La alegría de mi libertad.
El ardor de mi fuego reencendido.

Mi aliento fecundador.
Mi ímpetu hecho elixir
Mi caminar a tientas sobre ella
sin temor a morir.

¡Mi vida entera, Viento!
Mi ser liberado de mi ego.
El ancho mar de mis ojos ahora revivido.

Sobre tus alas voy, Viento.
Ya siento su aliento materno.
Ya toco sus labios, sus cabellos y sus pechos.
Ya puedo sentir mi savia en su piel.

Escucho el revoloteo de sus mariposas
convertidas en voz y canto alegre.
¡Aquí estoy, mujer de barro!
Hoy sí quiero en ti renacer.

* * * * * * * * * * * * *

Ya has limpiado mi suelo, amigo Viento.
Entre los dos despedimos al invierno.
Enterramos los recuerdos.
Borramos las huellas

de lo que fue y no volverá
de aquellas cosas que ahora son sueños…
¡Cuánta serenidad!

Te he pedido una cosa más:
que me vuelvas ciega hasta sentir
su paso alegre, su inspiración desbordante
y me devuelvan la fe y mi mirar.

He decidido creer en él a ciegas.
Como el que cree que a la noche le sigue el día
y al día el anochecer.

Ya puedo esperarlo todo.
Todo se lo he dado a él:
Mi fertilidad convertida en flores
Mi creación emitiendo poemas

Que lo mismo danzan, cantan o duermen,
que arropan, consuelan y encienden
las largas noches desbordantes
acompañadas de una sempiterna Luna llena

que alumbra soles pequeñitos
listos para empezar a crear nuevas vidas, nuevos mundos
nuevos amores y una canción.

Ya siento tu paso sobre mi piel.
Esta vez, prométeme que permanecerás aquí.
En ti me siento viva
Quiero que mueras y revivas en mí.

* * * * * * * * * * * * *

Valle de Mar, Valle de Fuego
Valle de Viento, Valle lleno de Besos
Camino a ciegas por tu sendero
Respiro tu luz a cada momento.

Lléname y te lleno.
Alúmbrame y te enciendo.
Tómame y te bebo.

Canción bajada desde lo alto. Acordes llenos de sosiego
Paso de Consuelo, Paso Sereno.
Creo en ti sin condicionar
El miedo se ha muerto con tu llegar.

Lléname y te lleno.
Alúmbrame y te enciendo.
Tómame y te bebo…


Escrito el 6 de Septiembre de 2006

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