lunes, 26 de mayo de 2014

Voyeur y vidrio

1980,
no busques bajo las colillas
los filmes que aparentemente miras
en quietud solitaria
los almacenes de bombillas flacas y tenues
debiluchas como estos tiempos
de moneda resguardada por un imbécil
que atenta contra los perros.

No busques entre las hojas de Pere Ubu
los acetatos y la grabación de Janis
ad infinitum.

Te miro y no me escuchas y no hace falta
he subido tu montaña para dormir bajo tu ombligo
y soy la hembra no nacida que te aguarda
mitad loca y mitad santa

mirándote con ardor inocente
mientras tu sexo acaricias.

Un giro de cuello hacia la ventana
no ayudará a descifrarme
pasarán veintinueve días luz
de un dios al que le escribes un libro
serán las once y cincuenta y cincuenta años
son los que llegan y esperan
como un perfume de sándalo a la puerta
de tu azulácea casa.

Soy tu mujer y no estoy en el mundo
y nadie me aguarda
y tendré el nombre de mi padre
porque habré de padecer la importancia
de llamarse así
para que des conmigo, anudada en el vacío
de una casa solariega y callada
de una máscara de guerrero sin canto.

Cuando llegue a ti nada me hará falta
y sabré de nuevo a qué sabe nuestra estrella.

Hoy te escucho anotar la incandescencia de tu cuerpo
sobre la palma de la mano tierra.
Y te miro, extática
mi dios por el que vendré a buscar el sinsentido
mi cura para alargar las pestañas del tiempo.

No hay comentarios: