lunes, 5 de mayo de 2014

Carta para el hombre que amo

Conozco el invierno en primavera,
amor
y son olas de polvo
mareas de silencios torpes
como cuando se era joven y las horas se dedicaban a las moscas
a los truenos que removían
el futuro vacío de flores.

Le podría abrir de nuevo la puerta,
vida mía.
Decirle que aquí están
mi cuerpo ausente de tu cuerpo
y mis cuerdas rotas porque ya no cabe ningún grito.

Y sin embargo la fe de tu luz.
Y sobre todo la inmensidad de tu beso perfecto
aroma de mar cuando no estás frente a frente
almíbar si me tocas antes de la aurora
esperanza de sal y frutas cada noche blanca.

No pienses en el frío,
no rindas nuestro juramento
a las horas magras de la distancia.
No te rindas, mi cielo.
No te arrodilles ante un absurdo,

pues cierto es que es preferible
amar sin tocarse a diario
que coexistir con el odio de los que se dicen amantes
y no lo son
no, desde que tú y yo

componemos la nota de oro del universo. 

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