miércoles, 14 de mayo de 2014

Bailando y eterno,
así te quiero hoy y te querré siempre
mi barro divino por donde miré
no sé
las horas de todos los suelos
los pétalos de cada religión 
que en ti y en mí se anidaban. 

Ven a mí y baila,
hombre con ave pura en el hombro. 
Ven y después todos los pasos
o quizá ninguno 
porque, amado hombre,
la distancia se disuelve si me nombras
y es que todos los pasos del mismo baile
llevan a tu cuerpo. 

Bailando y sereno, 
contento, bailando. 


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