Séptimo verso:
Dominus pater me oye.
Alcanza con sus barbas intangibles
la infecunda noche que modelé con mis manos.
Tríade de colibríes para orar,
el manto de los olivos está listo.
Oro con las manos mojadas para detener el viento.
Oro es el aura que rodea esta luna de mayo.
Equilibrio sin fin y que no llega esta noche.
Equilibrio sin fin y que no vuela de tarde.
Equilibrio sin fin y que no amarra a Soledad.
Éxodo de tres pestañas y un cuarto
hacia el origen de la entropía.
Habrá un campo abierto donde verter las lágrimas.
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