Cruda vida,
no me preguntes
por qué te nombro así.
Si has hecho coincidir
al beso de la soledad y el premio de consolación
estando yo
sin nombre ni escudo.
El valor de la mariposa en mi atuendo
carga sin fuerza mi destino:
aposté todo a sabiendas que no se puede ganar
y tú me trajiste estas yemas
que me alzaron como la rosa frágil
de todos los tiempos.
Cruda vida,
ambas sabemos que eres
una hermosa y etérea ilusión.
Por eso te hablo de frente,
te escribo poemas
y no me da miedo morir.
lunes, 24 de mayo de 2010
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