Tengo ojos para ver la noche
y en más de un sentido he descubierto su galanura.
Ahora quiero pensar
que todo lo que poseo
es el cielo mismo,
un manto azul que me ha besado
desde muy pequeña.
Lo haré porque los laberintos de mis dedos
se adueñaron de la tierra
aferrándose al vaivén de su textura:
blanda carne de mujer curando
las heridas de una aguerrida.
Como lo hice con el aroma de mayo
el día que las zarzas abrieron su secreto.
Tengo ojos para ver la noche
y en más de un sentido he descubierto su galanura.
martes, 18 de mayo de 2010
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