La cosa es no volar,
fabricar armamentos de luz
y quedarse terco, la alacena de besos repleta,
tierno, un pie entre la plomiza arena de un mar bermejo.
Qué podría hacerse, si no,
enmedio de tanto merecimiento al calce de la piel
y tanta urgencia de erosionar los males adyacentes
a las rocas calizas de la sociedad y lo ordinario.
La cosa es no volar y sentir que uno está en el cielo.
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1 comentario:
Tanta codicia de amor, tanto beso guardado, tanto alerta por el alerta misma, produce implosión y en lugar de vuelo se desperdigarán los afectos como esquirlas inofensivas, evanescentes, y no quedará pie donde sostenerse. Atentar contra la erosión es la única y corrosiva salida.
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