Tengo entre las piernas una esfera.
Yo paro el mundo para dártelo,
nuevo, libre de máculas,
austero
-cántale una canción por mí-.
Silencio, arrullan los orgullos de esta noche negra:
habrás pensado marcharte
-abandonar tu olor iracundo en mi piel-.
Yo, que no sé por tí ni contigo rabiarme,
hago mutis y le danzo de tus vilezas al calor.
Puedo morir de pie y girando
mientras la muerte en decibeles
de un piano la vida me arrebata.
O por qué si no
las calles entonces son frutales
apenas el otoño irrefrenablemente las abarca
vistiéndolas de añiles sitios no mortales
a las tres.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Bellísimo, entrega de amor, nostalgia, angustia, desesperación. Todo aquello que en la metáfora macera las razones para amar, allá, en vuestro frutal otoño. Besos polinizados, que aquí es lo que abunda con la primavera.
Publicar un comentario