Este era una vez un sueño
que no pudo despertarse
porque estaba enjaulado en mis pestañas.
Lo engarcé para hacerlo mío
gritarlo con el silencio cansado
de mi solitaria garganta.
Así, cuando llueva la desesperanza
abriré el mágico alivio de su seno:
la lluvia infinita sideral agarrará mares magentas
el mundo se volverá libre y bondadoso.
Me dije.
Y el mundo en un sueño fue mío.
Este era una vez un sueño
que no pudieron robarse
porque era a prueba de balas y aguas lodosas.
Lo registré a mi nombre, lo tatué
con mi silencio y mis penas.
Flotando como regalo de estío
mueve mis caderas en flor
y no le da pena mostrarse altivo
ante mi pobreza vestida de soledad.
Así me llueva sobre mojado
este sueño será uno sólo y el mismo:
rematerializar lo que me puso en pie
y con un solo verbo,
sembrar la fe en las violetas amarillas
y en la existencia de los pájaros nacituros
voladores de la hora justa
en que emerge Horus para platicarme al oído.
Me dije.
Y el mundo en un sueño alguna vez fue mío.
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