Yo jamás he escuchado esa palabra
en mi cuerpo.
Jamás han discurrido mis faldas
objetado mis silencios
burlado mi placer de platicar directo con el sol.
Esa palabra no está en mi osario.
Todo cuanto he querido
ante mi deseo se ha anunciado
saciando hasta el último de mis caprichos castaños.
Yo jamás he escuchado esa palabra
en mi alma.
Jamás han puesto a prueba mis creencias
sustituido mis anhelos por falacias
suprimido el arte de volar lejos estando en tierra viva.
Esa palabra no está en mi rosario.
Todo cuanto he necesitado
ante mi estatus de purificación se ha anunciado
desatando los grilletes de las penas mortales.
Yo jamás he escuchado esa palabra
en mi corazón.
Jamás han desgarrado sus venas
sustituido su latir con bagatelas
reprimido el regalo de su luz.
Esa palabra no está en mi corsario.
Todo cuanto he necesitado
ante mi posición de amante universal se me ha dado
asumiéndome como la más feliz de las evas.
No, esa palabra no está en mi glosario.
Y porque nunca he experimentado
la asonancia de su nombre
te pido guardes silencio
mientras escarbas las razones
por las que niego tanto
y río a contraluz, agradeciendo
todo el dolor que me ha sido vedado
desde el momento que fue mío.
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1 comentario:
Muy bello, un discurso que te lleva a navegar plácidamente, realmente y sensiblemente bello. Un placer. Saludos.
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