miércoles, 4 de junio de 2014

Lleva la paz de la lluvia a tu casa, Amor,
el mundo de sus objetos, las flores de sus almas
todas giran conforme a los ojos de dios.

Todo está en su sitio:
el corazón de las frutas aguardando tu boca,
el perfume de la guayaba abrazando tus libros
tus notas, tus zapatos, tus recuerdos,
a ti completo en el presente que nunca se acaba.

Los jabones han bailado la lluvia
y se levantan, espuma perfumada,
hasta lavar tu día y envolverlo
entre granos de café y pan de caja
y una serie gringa de tv
que te libera.

Lleva la risa de este día a tu casa, Amor,
los corazones nunca vuelven y sin embargo
siempre están
dispuestos a que los escribas con flores y plumas
abiertos para que los llenes
de caricias de tiempos en futuro bonito
más que en subjuntivo.

Nada ha de salirse del script
todo ha de cambiar conforme tu cuerpo lo demanda.
Está la cama y su ventana
tu amigo viento y las madreselvas.

Lo que un día nació de amor ancestral
jamás su cuerpo extingue entre sus hijos.

Ámalo.
Igual que la primera vez que nos soñaste.

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