lunes, 31 de marzo de 2014

En la contestadora divina

Estás ahí y me escuchas
me dejas que te interrogue
no me castigas ni me aplaudes.

Eres un misterio que prefiero nombrarlo Misericordia Divina.

Hoy no me dirás por qué la niña ama
y no puede.
No te lo pido. Un polvo de cosmos nunca pide explicaciones.

Vengo a pedirte por su manto.
Es joven, la dejaste viva.

Alguna respuesta darás
y yo no necesitaré verla.

No pido este poema para mí.
No pido escribir más por esta noche
excepto si puedo hacer
que ella despierte
en el otro lado de su existencia.

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