domingo, 18 de septiembre de 2011

Escribo.

Feliz porque tus satélites vagando por tu espalda,
rey sol que visitó un día mi desierto.
Feliz porque sí, por el rubio guerrero y alado,
feliz por la oportunidad de escribir
algo que nunca vi venir
en mis dedos al hacer poesía:

Escribo,
escribo tu voz surcando la arena fría,
entonando un himno para no olvidarlo
en las páginas de la cotidianidad.

Escribo,
escribo tu silencio al quedarte dormido,
tus ojos embriagados de un mar embravecido,
la proximidad de dos astros
luna y sol
eclipsando la elegía momentánea.

Escribo,
con mi dedo en tu saliva,
la parte más inolvidable
de esta ráfaga del único libro
que me acompañará en la vida:
mi piel,
la misma que canta
dos, tres, cinco, todas las veces,
la canción de tu encanto.

No hay comentarios: