Capítulo IV
de cómo una esfera puede volar
sin la ayuda del viento.
Coloque usted el espejo
en la hora precisa de su nacimiento
espere largo y tendido
por el mágico beso
y no dude en averiguar
si todos
-o los pocos-
que ha recibido
son el certero.
Apártese un momento de la lógica
matutino-vespertino-comunal:
cada momento
cada segundo
es una pluma a las alas
de lo que la naranja colorida
de su seno -y de sus lentes
sus colguijes o su mente-
despegará.
Capítulo V
dése cuenta
que la vida existe
por momentos de franca agonía
anulados por besos en lejanía
flores con olor a silencio y a caricias
soles que saben a compañía
aunque a la ausencia
-y al orgullo, la vergüenza y la soberbia-
les dé por gritar.
Cómprese lo que no paga el dinero:
ciento ochenta minutos
con el amor verdadero;
-contemplación es mirar al otro
mirar por dentro
enraizar en el alma
lo que no se pudo en otro momento
gritarle a los ojos
lo dulce que se vuelve el viento-
treinta minutos de alegre divagamiento;
cinco minutos
de vuelo sideral.
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