martes, 9 de diciembre de 2014

Vénceme, mujer de liquen
a la orilla de tu propio río
ven y camina como lo haría
la bailarina de la nube
dando saltitos porque quiere
darle un beso al infinito.

Te sabrás más desnuda que carne
más silencio que lágrima.

Ahora que la risa te embriaga
y eres feliz
dime
por qué habrías de querer volver
a la casa del herrumbre
donde la roya no te hablará del mar

tanto como lo haría yo
mujer de pestañas larguísimas
de tanto ser amada.

Véncete, mujer de liquen.
Todo tiempo presente
en mis brazos es mejor. 

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