lunes, 30 de diciembre de 2013

Navegante, aquí están las olas
de una Mar que soñó un día
despertar dominada por tu palabra.

Dijiste calma y ocurrió el amanecer
en este lado del mundo.
Callaste mi tristeza y de pronto
ocurrieron los signos de tu elemento.

Navegante, aquí está el azul que ríe
y llora por ti al mismo tiempo,
la contemplación de tu rostro
como si el mismo Horacio le hubiera llamado
a despertar en ti como lo hace la luz
por tu piel morena.

Dijiste sed y convertiste mi sal en tu agua.
Pediste patria y te erigiste en mi playa
como el dios más infinito
nacido de un risueño anafre.

Navegante, aquí están mis horas.
Tómalas enciéndelas moldéalas con tu firme bandera
llámalas protégelas alúmbralas
dilas tuyas pues es todo cierto y verdadero

como el mismo lunar que te vio crecer
la primer luna nueva de diciembre.

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