domingo, 15 de mayo de 2011

A un Sony Ericsson W380 agonizante

Yo no quiero un nuevo celular,
tamagochi morado, hermano.
Quiero ver tu plástico morado
vibrando a las quinientas
en la palma de mi mano.
Sostener lo insostenible
-recuerdos, casi siempre-
en tu batería no recargable
(porque nunca se ha de dejar).
Los trescientos contactos debidamente archivados
para no perderlos, sobre todo
porque jamás me hablarán.
Yo no quiero un nuevo celular.
Tampoco quiero que cambie mi mundo.
Y es que esta noche, vamos,
al fin reconozco
que aún soy la misma anciana que nació ayer.

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