No dejo de pensarte
la mitad de mi tiempo,
cuando no estoy dormida
(y procuro no soñarte
para evitar que las noches
no me muestren su abandono).
No dejo de pensar
que todo se vive tan absurdo
en el mundo donde le haces falta
a mi lengua.
Ya ves,
la fragilidad de tu voz escrita
la leo en mi vida 24/7.
Yo sigo con tu nombre
en mi oración peculiar
con Dios.
Sigo pidiendo poemas por ti
y tu alma buena
para que ya no lluevas tanta tristeza
para que tu sonrisa no se pierda.
Porque me pone triste a mí,
la rara mujer que te ha querido tanto.
Porque me pierdo toda yo,
casiopea desterrada
de un cielo cada vez más índigo y cerrado.
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