miércoles, 25 de junio de 2008

A ella (la de la belleza)


Para Elisa

con todo mi cariño.


A ella, la que nadie le puso atención

a ella, la que nunca dejó escuchar su oración

a ella, la que dejó sus anhelos lavarse en blanca pasión

a ella, la que sólo sabía lo que era tener por romántico a un corazón.

Esa mujer que danza y le recita a las piedras

enclaustrada tiene a una niña que le implora le deje partir

pero nunca sucederá tal cosa, pues la niña crece entre la hiedra

de un pasado no marchito y un futuro que no ha de salir.

A ella, quien nunca danzó a los ojos del exterior

es la misma que sueña con un futuro ensoñador

donde las hadas y las comodidades aliviara el tumor

de lo incierto y lo desconocido

de las ganas de amor y el contacto con el temor.

Injusta fue la vida que le dio belleza

sensibilidad y estética por este mundo andar no pueden con ligereza:

las garras de la selva las atracan y las convierten en inconexas piezas

y les quitan el brillo y la mágica viveza

con la que lo real acaba y lo imposible empieza.

A ella, a la que nadie quiso atender

perdieron la oportunidad de apreciar y entender

al suelo que no es, al mar que no se toca:

el juicio prematuro la consideró una loca.

A ella, a la que le digo hoy un te escucho

le confieso que la distancia que hay entre el a veces y el mucho

se ha convertido en agujero grande, y en sus adentros lucho

porque su locura sea liberada

y danzar por entre las espinas vuelva emocionada:

A ella, que no es de esta tierra

las espinas del mundo no le hacen nada.

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