jueves, 19 de junio de 2008

Canción de despedida para Amarilis

Amarilis (así te llamaban los antiguos;
yo prefiero decirte así,
antes que llamarte Primavera):

Hoy es la última noche que estamos juntas. Sabes muy bien que a mí las partidas no me gustan, del mismo modo que sé que volverás el año entrante. Por eso siempre te digo "adiós" con la ligereza de una hoja voladora: sé que tu ausencia será efímera. Y sé también que regresarás nuevamente para engendrarme a tu hija, la más amada de todas: Esperanza.

Siempre me das sorpresas, eres la misma y sin embargo nunca eres igual. Esta vez me diste un silencio estoico. Me apartaste de mi propio infierno, me invitaste al cobijo de la soledad necesaria para recuperar mi esencia. Perfumaste mi ventana con tu olor a madreselva y gardenias. Llenaste mi cielo de nubes que se movían en ratos como dragones furiosos y somnolientos, en otros tantos como caballitos de carrusel. Me diste el calor que me hacía falta para volver a la vida. Me diste la respuesta a las cosas que no te pregunté, pero que al tenerlas conmigo me hicieron ver lo valiosa que es la vida, y lo afortunada que soy de poder abrir los ojos.

Llenaste de ilusiones las grietas del espíritu marchito por esperas ilógicas. Me diste alas pintadas con los colores que más amo para poder abrir la crisálida que tejí hace mucho tiempo. Quitaste la venda de mis ojos y me abriste la puerta a una verdad más hermosa: el amor nunca se termina. Y siempre habrá mil maneras de expresarlo, con cualquier ser, en cualquier momento.

Hoy te puedo decir que ya no tengo los miedos de antes. No me cala por dentro la amargura ni ese hoyo en la panza que me absorbía cada día, sólo por no tener lo que no me correspondía. Estoy contenta con el proceso que viví contigo: morí para volver a nacer. Y si lo hice, fue por tí, por tus lunas perfumadas, tu noche llena de estrellas danzarinas, tu aire cálido y tus lluvias frenéticas e inesperadas. Sé muy bien que el Señor Invierno no habría podido hacer lo que hiciste tú.

Y sólo por lo que me diste (un corazón reparado y muchos sueños en mis dos manos, en mi pecho y en mis dos pies), quisiera dedicarte esta breve canción (tú ya la escuchaste hoy por la mañana, esta noche sólo quiero que te la lleves en este papel).

Buen viaje, Amarilis. Gracias por la Primavera de mis 25. Te espero para la ronda de los 26.


La buena estrella se encuentra dentro del corazón
(no importa cuánto tiempo te lleve buscarla
cuando la encuentres, me darás la razón).

La buena estrella se encuentra dentro del corazón
(no importa desde dónde la llames
sólo escucha su respuesta a tu favor).

Y cuando por fin abras tu ventana de par en par
sabrás que mil mariposas llenarán tu ser entero
y volarás tan alto como el mismo halcón
alcanza el cielo, alcanza al sol
alcanza tus sueños
pero nunca dejes al amor.

Y cuando en las noches te sientes a observar
cómo eres parte de la tierra que pisas
del agua que te moja los ojos
y de la luna y las estrellas que tu mirada observa allá
dale gracias a la vida
por demostrarte que sigues siendo uno sólo con el Cosmos.

Es una verdad que todos queremos desdeñar
pero de nada sirve negar
que polvo de estrellas fuimos
de polvo de estrellas nos nutrimos
y en polvo de estrellas nuestros cuerpos se reducirán
cuando la hora de partir llegue
cuando los cantos sagrados abreven
del alma eterna
del corazón alegremente sempiterno
de la esperanza pura y buena
de la adoración en el canto del viento.

De la vida, que es una,
y es para siempre.

La buena estrella se encuentra dentro del corazón
es el regalo que hoy es tuyo
siempre lo ha sido
es un honor para mí hacértelo recordar.

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