miércoles, 8 de enero de 2014

Ella toma como las niñas
las fotografías de los palacios
que el rey de la vida 
le diera. 

Textura de papel brillante
sobre sus líneas la niña coloca
el trazo definitivo de su alegría. 

Prometió callarlas bajo su lengua
describirlas para su propio cine imperial
que Él le instaló detrás de los ojos. 

Nunca hubo un tesoro. Acá el regalo 
son los vidrios imitando las estrellas
en el páramo. 

Ella intenta la descripción dactilar 
de la memoria impresa
y apenas se escriben estas palabras. 

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