lunes, 13 de enero de 2014

Dorlar

Me levanto incierta
he comido de tu fruto en sueños
he sorteado las andanzas de una tarde parda
en tus brazos de aire.

Te escribo un mensaje
en el puente de la modorra.
He vuelto, digo
como si alguna vez desde que te besé
me hubiera ido.

A veces me pregunto
qué pasa cuando un mes y medio
se vuelve en la bendición
menos esperada de la vida.

Me respondes apenas y escribes algo
un chiste un berso un abraso
y yo miro hacia el cielo
como protagonista de filme mexicano
totalmente agradecida
porque lo que me das es ignoto.

El sueño otra vez
andarás tejiendo monturas
con tu cabello rizado de plata.
Me harás regresar
me harás escribirte una tontería más
en domingo,
una paloma (aunque las odies)
con la patita envuelta en un papel
que no diga nada excepto
el olor de mi cuerpo.

Bésame el cuerpo
te dije
insistente en mi letargo.
Así estuvieras viendo pornografía
yo habría de llamarte
lejana
para cubrirme con tu saliva
estas horas que generan espasmos.

No tengo idea
del por qué
pero me centro en mi latido.
Es grande y poderoso
me derriba hasta dejarme dormida
soñándote
exclamando que eres tan cierto
como la lumbre que me quema las yemas.

Te dejé un beso tarántula
las cosas que invento...
Río, tomo café
y me desvelo trabajando pensando en ti
los adverbios con tu apellido
los sustantivos con el lexema de tu nombre.

Eres mi héroe y mi bendición
te dijo mi yo modorra.

Pude habértelo dicho debajo tuyo
o mientras comemos o caminamos...

En realidad lo hago todo el tiempo.

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