lunes, 28 de febrero de 2011

Cumpleaños

Pequeñas marejadas
guardadas en el silencio de un intenso añil,
tu equilibrio.

El fonema divino
rescatado del escombro,
tu palabra.

Alguna verdad cósmica
que levanta los platos rotos y pone en orden la Casa,
tu pensar.

Una hora cualquiera
y al final de febrero,
el minuto universal
donde se anula el escenario de lo artificial,
haciendo
la elipsis del dolor en la tierra sin estrellas propias,
tu bienaventurado camino.

Un postdata divino
exhalado mientras Él estaba de buenas,
la temperatura y la fecha perfectas,
tu llegada a este páramo
abundante de luces muertas.

1 comentario:

Javier F. Noya dijo...

Nacer, existir, parece un acto azaroso. Bien reflejado en tu poesía...y quizá nos pase como al hijo de Pedro Páramo, tal vez lleguemos a lo creemos la vida y están todos muertos. Besos.