viernes, 4 de febrero de 2011

A un lector

Amado lector,
tú que estás vivo
y podrás entender
el sonido de los planetas que yo no ví.

Dime que la paz
al fin halló su fórmula exacta
y es distribuída entre los hombres
en porciones iguales.
Cuéntame la nueva
de que el amor
-esa sustancia que todo lo puede y transforma-
ya no es un tabú entre los mortales.

Miénteme otro poco y dime
que el sol ahora habla por la sangre
de los fundadores
de no sé qué aldea con reminiscencias hippies
-no entenderás esto porque los libros y la historia
a ciegos de corazón y a los tontos
de fuego una noche muy oscura sirvió-
y no por las naves que abandonamos tus ancestros
antes de nuestra alma
en la nada albegar.

Platícame una palabra luminosa,
házmela llegar por telepatía.

Amado lector,
tú que estás vivo y eres inmune al dolor,
no leas la doliente poesía.
Antes, pínchate un ojo
y por haber malgastado tus segundos pide perdón.

No mires atrás
ni escarbes en el escombro.
Estos signos que ves caer y nadar
son como de hierro.

En realidad no dicen nada.

Amado lector,
regálame una esfera de tu luz,
ahora que en decibeles inaudibles por tu materia
mi voz viaja.

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