viernes, 19 de abril de 2013

Segunda reunión de la ciencia, once de la mañana,

En el escritorio
los papeles de dios esperando.
Muerte, son tus súbditos
si les indicas cómo alcanzar
la negación de las utopías.

No se trataba de beber café
y pintar los labios en el vaso de unicel
de repartir galletas a los asistentes
por ver si el progreso es de generación espontánea.

Tampoco se trataba de erigir una tesis
para perdonar a los forzados ciegos:
el desierto huele a lágrima de magma
y aún así es hermoso.

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