jueves, 25 de abril de 2013

Hagan fila

Observo

todas las mujeres van en fila al baño
tomadas de las manos
como elefantitos.

Todas las mujeres hablan dos tercios de hora
sobre lo mismo
todas comparten catálogos
sin detenerse a contemplar
su natural belleza.

Todas toman la misma dieta
todas tachan el calendario de la regla
con el color que compraron juntas
antes de perder la virginidad
todas intercambian recetas
para el hombre de sus sábanas
y pócimas para alimentarse a mediodía.

Todas cantan
pero la mayoría prefiere graznar.
Todas las mujeres unidas son como patos.
Todas se abrazan ante la desdicha
y viajan el rumor entre sus ropas:
en la mañana era un secreto de estado matriarcal
por la tarde la abuela de la amiga sabrá todo.

Todas las mujeres saben el dolor de siempre
con la raíz teñida en rojo.
Su media luna es arma y placer
algunas pueden llegar a ser amor, pero sin olvido. 
Todas las mujeres ensayan el llanto 
para volverse menos francas ante la vida
para decir amor sin sentirlo
y negarlo a altas horas de la madrugada.
Todas las mujeres prefieren leer el cuerpo
antes que el relato del mundo
(adiós filosofía, arquitectura, leyes de las matemáticas,
justicia para qué, tenemos hijos
y ellos son por nacencia injustos).

Todas las mujeres dejan de comer tortillas
y panes y chocolates
y se miman con helados light
cuando su plan no ha funcionado
(la reconquista del mundo no ocurre
y es que todos estamos muy solos). 
Todas las mujeres se tienden trampas entre sí
y al final todas quedan en el abismo:
primero abajo que refulgentes
ardidas que creativas. 

Todas las mujeres me miran.

Lo siento, dejé de ser parte de ellas
al abrazar la verdadera vida a mis doce.

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