sábado, 13 de agosto de 2011

Ensayo que debió ser poema

Imagino que la lavadora debe tener
mejores propósitos que un presidente
mientras gira y gira y gira:
la lavadora lava las culpas, las enjuaga,
las exprime, deja el panorama prístino:
nuevas niñas podrán jugar
a lo que mis hijas no han podido porque no las tengo.
Otros jóvenes podrán bailar
la danza de la gloria que perdimos todos,
violencia adentro.
Un presidente, bueno, cómo decirlo...
Lo único que sabe hacer
es jugar con sangre sin importarle
cuán difícil sea de borrar la mancha.
Por eso lavo tanto los sábados.
Por eso no quise ser presidente cuando era joven
y tremendísimamente inteligente.
Lástima que las lavadoras
no puedan hacerse elegir
en las fiestas del votar.

1 comentario:

Javier F. Noya dijo...

Es mejor el agua de los charcos, la mancha de barro que se enamora de nalgas desnudas, pues presidir implica tener ansias de dominar y miedo, mucho miedo. Esclavo de tu poder, sólo podrás prohibir. Preso de tu ambición, sólo podrás encarcelar. Asesino de tu identidad, matarás por temor a ser descubierto. Besos.